jueves, 1 de mayo de 2008

Humos de La Cigarrera

Una neocantina y restaurante que apuesta por el Centro Histórico y la cocina mexicana

La Cigarrera ocupa el lugar de lo que antes era La flor de San Juan, “una cantina de mala muerte” en una esquina de igual fama (que a no ser por este restaurante seguiría dando desconfianza). El edificio fue una sala de exhibiciones de la compañía tabacalera el Buen Tono; aunque el nombre no hace honor a la fábrica sino “a las mujeres que engargolaban los cigarros”, aclara Elizabeth Gómez, su copropietaria.

Elizabeth es antropóloga y como tal, su restaurante es un espacio remodelado de acuerdo a las especificaciones del INAH, que ofrece un concepto integral como “restaurante, buentonería y cantina”, que rescata los vestigios históricos de la propiedad, algunos “usos y costumbres” de la zona, e integra los toques contemporáneos en el estilo de cocina.

Como restaurante, su apuesta es la cocina mexicana de autor, con creaciones del chef Óscar Gutiérrez. El menú es una cuidadosa recopilación de recetas e historias que abarca desde una torta ahogada hasta un sofisticado magret de pato en salsa de vino tinto especiado y frutos rojos; es una buena composición de texturas en la boca; porque se mezcla la suavidad y sabor del puré, lo dulce de la salsa y el sabor franco del pato.

Otras opciones para completar la comida son las chalupas mixtas con salsa verde (picosita), unas con carnitas de pato y otras con carnitas de cerdo, el atún de los mares mexicanos y para postre una sorpresa: el “chile bicentenario”, un chile ancho relleno de manzana pochada en vino blanco y frutas cristalizadas, acompañado con un coulis de frutos rojos; un postre cien por ciento mexicano que, por su sabor, hace homenaje a las chamoyadas. ¡Muy rico!

Como neocantina, La Cigarrera no se encarga solo de proporcionar tragos a sus parroquianos (al precio de otras cantinas de la zona): también promueve la pujante cultura del mezcal con catas guiadas –o “saboreadas” – una vez al mes (los viernes últimos de cada mes) y con sus “Martines”, una divertida versión mexicana de los martinis (recomendamos mucho el de amaretto para irse con un saborcito a madera en la boca, al final de la comida).

Lo de “buentonería” es porque La Cigarrera la hace también de galería, con una muestra completa de la ingenua publicidad de la antigua compañía el Buen Tono y porque todo está acondicionado para poner de buen talante o “entonar” (incluso con detalles kitsch) a quien cruce la puerta. En lo que sí les hace falta mejorar es en la decoración; podría ser un lugar mucho más acogedor.

Además para lograr el objetivo de regresarle la dignidad a la zona”, los fines de semana tienen noches de jazz, trova y bossa nova a partir de las nueve de la noche y la firme creencia de que aventurarse por “el bajo Centro Histórico, por las goteras” vale mucho la pena.

La Cigarrera agradece a Chilango el realizar un reportaje para integrarnos a su página web y publicación impresa del mes de mayo. También podrás dejar comentario y calificarnos muy al estilo Chilango en:
http://www.chilango.com/restaurantes/todos-historico/la-cigarrera

Chilango nos distinguió con:
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Revista: Chilango
Número: 55
Publicación: mayo
Año: 2008
Autora del artículo: Mariana Camacho

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