lunes, 4 de mayo de 2009

Mente creativa y manos realizadoras


Arte o artesanía, siempre es de admirarse la mara­villa de mente que fue capaz de imaginar y des­pués lograr plasmar una idea convertida en una obra de arte, pero es necesario también hacer una pequeña reflexión sobre la habilidad que debe tener en sus manos para hacer de esta obra algo tangible.

Con el avance de la tecnología se ha ido perdiendo cada vez más la oportunidad de utilizar nuestras manos, vemos como incluso aquellos artesanos tradicionales han encontrado al­gunos objetos que les ayudan a realizar su trabajo de una manera más rápida o fácil, pero de todo esto lo más triste es saber que cada vez más se va perdiendo el desarrollo de esta habilidad. No es estar en contra de la tecnología —sin la cual en este momento no estaría escribiendo— simplemente es ver que si hemos sido provistos de dos grandiosas herramientas que son capaces de cualquier tipo de cosas, ¿Porqué perder esta habilidad? En esta instancia me he dado cuenta de cuanto ha cambiado esto, en algunas ocasiones llegué a pensar en lo “atrasados” que pudiéramos estar, pero no es cierto; ser ca­paces de solucionar problemas simples con la ayuda de lápiz y papel o no de una computadora o calculadora es ser au­tosuficiente. Arreglar una simple gotera con un desarmador y no con el teléfono marcando al plomero, o con la tarjeta de crédito comprando una pieza nueva, refleja la capacidad realizadora de las manos.

No me opongo en lo absoluto al uso y a los beneficios que da la tecnología, simplemente quiero agradecer lo increíble que es la profesión del chef, labor que me permite estar siempre en con­tacto con lo que es preparado a través de las manos. No importa si una semana lleva el olor a ajos entre los dedos pero ese contacto, esa capacidad de sentir los alimentos sin todavía haberlos probado, y la capacidad de armar una efímera pieza de arte con las manos que será el deleite de un comensal, no puede ser sustituido nunca.

Existen grandes avances también en el mundo de la cocina, grandes descubrimientos siempre encaminados a preparar los alimentos de una manera más sana o rápida, en algunos casos con estudios más específicos y apoyados con un gran soporte tecnológico, que obtienen productos que aseguran estar cocinados o preparados de la mejor manera posible, respetando así su sabor al máximo. Que interesante resulta el poder combinar estos dos factores porque además, siem­pre respeta la participación de las manos en sus tareas más básicas o en las más detalladas, como al armar un plato.

¿Han pensado cuántas veces se apoyan en sus manos para co­cinar en general? Partamos desde el pensar un nuevo platillo. Se debe imaginar su presentación y entonces tomamos un lá­piz para dibujarlo, después ya con la idea procedemos a hacer una simple lista de lo que necesitamos; ya en la cocina empe­zamos por lavar nuestras preciadas herramientas: las manos, los productos que lo requieren y procedemos a pelar, cortar, picar, etc. Cortes que pueden ser muy brutos de acuerdo a la preparación, o muy detallados si éstos se van a presentar en el platillo. En fin, continuamos con la acción del fuego y po­demos ser capaces de conocer la temperatura adecuada con sólo tocar súbitamente la sartén, después medimos el punto exacto de cocción también tocando el producto y probando la preparación para saber si el sabor es justo.


Ahora bien, Continuando con nues­tro recorrido y teniendo ya todo listo, ahora nos encontra­mos con uno de los momentos más especiales: el montaje del plato. Si bien ya tenemos imaginada y plasmada en nuestro dibujo la presentación, siempre es distinto tenerlo en frente, por lo que nuevamente nuestras manos, con vida propia con­ducen todos lo elementos del plato para formar un ensamble, donde juegan con el equilibrio, la dirección, el movimiento y la atención. Nuestras manos, en este momento, nos dan una enorme lección de sabiduría y destreza: ha llegado el momen­to de poder darse cuenta de lo que son capaces de hacer, es ahí también donde damos gracias de utilizarlas para maravi­llar a alguien con una obra de arte creada por la mente, pero siempre desarrollada por las manos.

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