viernes, 1 de agosto de 2008

Chef mexicano, sensualista total y absoluto


Sin duda alguna, un gran chef ha de ser un artesano que se sienta orgulloso de los meticulosos y a menudo rutinarios detalles de su oficio. Por supuesto, también debe ser un hombre de ciencia: un alquimista y artista, pues sus creaciones culinarias no están pensadas para remediar los males del cuerpo o de la mente, sino para atender a la tarea, mucho más sublime, ¡de elevar el espíritu! Nuestro medio para alcanzar dicha meta es pura y simple a través de los alimentos, este recorrido me llevó por las sendas de los sentidos humanos, y por ende digo, que si algo ha de ser un chef mexicano es –ahora y siempre– un sensualista total y absoluto.

México es dueño de una gastronomía con carácter y fuerte personalidad, heredada mucho antes de la llegada de las aportaciones de los colonos españoles, que permanecieron en el país por espacio de tres siglos. De la mezcla de los chiles, frijoles, maíz, insectos, especias carnes mexicanas y europeas surgieron platillos tan populares como el mole poblano o los guisos con una inmensa diversidad de metodologías y técnicas de preparación.

La gastronomía mexicana es alimentada por una enorme variedad platillos de inigualable riqueza culinaria que abarcan el norte, oriente, centro, occidente y sur de la república. En todos los casos, platos de intenso sabor, colorido y aroma, que invitan al chef mexicano a explotar su creatividad y sensualidad para inspirarle a erigir sus propios conceptos. Ser cocinero tiene ahora un aura, pero, ser cocinero mexicano te da un aura inusitada en el orbe.

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